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Biografía de Eduardo Vañó Pastor

Fuente: José Luis Martínez Angel

Nacido el: 11/02/1911 en: Bocairent
Fallecido el: 26/09/1993 en: Valencia
Actividad: Dibujante
Última actualización: 11/06/2013
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Esta biografía está basada en la información de Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Va%C3%B1%C3%B3_Pastor, y en comentarios obtenidos de otras direcciones de internet y de otras fuentes

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Eduardo Vañó Pastor nació en Bocairent, el 24 de febrero de 1911 y falleció en Valencia el 26 de septiembre de 1993.

Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, en Valencia, donde obtuvo el título de profesor de dibujo

Al inicio de la década de 1930 empezó a trabajar como ilustrador de novelas por entregas para Editorial Valenciana y también en la revista KKO

Tras la guerra, junto con el propietario de la Editorial Valenciana, Juan Bautista Puerto, creó la serie Roberto Alcázar y Pedrín, que se convertiría en uno de los títulos más exitosos del tebeo español de posguerra.

Colaboró con numerosos guionistas. Además de Puerto, dibujó guiones de José Jordán Jover, Federico Amorós, Vicente Tortajada y Pedro Quesada, e incluso algunos de su propia autoría. Vañó dibujó la totalidad de los 1.219 números de que se compone la historieta.

Vañó dedicó a la serie prácticamente toda su vida profesional, aunque creo también otras series, como Bob Tayler y Carlos Ray, Corazón de Acero, ambas con Manuel Gago en 1941, y sobre todo Milton el Corsario (1956), del que se encargó de dibujar los 61 primeros cuadernillos. Para entonces, era tan célebre que Valenciana la promocionó como obra de Eduardo Vañó, el prestigioso dibujante de Roberto Alcázar.

Reacio a las apariciones públicas, en 1991 renunció a asistir al homenaje que el Salón del Cómic de Barcelona le rindió a él y sus compañeros Sanchis y Karpa.

Eduardo Vañó recibió multitud de reconocimientos en vida, entre ellos un sello con los personajes de Roberto Alcazar y Pedrín, y un matasellos de “primer día de circulación”.

No obstante, al final de su carrera, pasó momentos de gran tristeza , especialmente por la mala interpretación que se hizo de su personaje fundamental: Roberto Alcazar

Se incluyen dos artículos, uno elogioso de Adolf Beltrán, y otro de Antonio Lara García que hace una mala crítica del personaje y del autor, emitiendo un juicio poco riguroso porque los saca del contexto de la época.

Para un lector actual, Roberto Alcazar puede parecer un personaje facha y trasnochado. Para nosotros era un héroe que luchaba contra los malos, fueran los que fueran y a los que, por cierto y para nuestra satisfacción, siempre ganaba.

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José Llorca, Presidente del Club Filatélico y organizador de una exposición y un homenaje al dibujante, expone en Facebook la tarjeta y el matasellos que el Club Filatélico bocairentino dedicó a Eduardo Vañó Pastor con motivo de su fallecimiento, y algunas fotos de la exposición que se montó en su memoria

La muerte del autor de 'Roberto Alcázar' enluta al tebeo de la escuela valenciana – Adolf Beltrán

Prácticamente un año después de la muerte en Barcelona de Miguel Ambrosio Zaragoza, Ambrós, dibujante de El capitán Trueno, falleció el pasado domingo en Valencia otra de las grandes figuras de la escuela clásica valenciana de la historieta gráfica. Eduardo Vañó, dibujante de la serie Roberto Alcázar y Pedrín, murió a los 83 años de edad, casi dos décadas después del abrupto final de la Editorial Valenciana, firma que compitió con Bruguera en el mercado español y en la que publicaron desde los años cuarenta sus trabajos dibujantes como José Sanchis, autor de Pumby; Rafael Catalá, Karpa, autor de Jaimito, o José Palop, que precisamente falleció también el pasado lunes, a los 71 años.

Nacido en Bocairent (Valencia) en 1911, Vañó dibujó, entre los años 1940 y 1976, un total de 1.219 números de Roberto Alcázar y Pedrín en su característico formato horizontal. Entre 1966 y 1969 salieron al mercado 88 álbumes extras de esta historieta en formato vertical.Como ocurrió con la totalidad de los dibujantes de la denominada escuela valenciana, sus obras se reeditaron inumerables veces y fueron traducidas a diversos idiomas sin que los autores obtuviesen más rendimiento por su trabajo que la modesta remuneración que recibieron en principio contra la entrega de sus originales.

La caída de Editorial Valenciana y la imposibilidad legal de rescatar sus derechos de autor llevaron a toda una generación de dibujantes al paro definitivo a mediados de los setenta.

Vañó, tal como ha señalado el estudioso del cómic de la época Francisco Tadeo Juan, se inició en las novelas ilustradas por entregas que se publicaron antes de la guerra civil. En la posguerra, emprendió la serie de Roberto Alcázar, en una línea realista que seguía el modelo de las historias de aventuras a la manera inglesa. Sólo hizo una excepción a su personaje, al lanzar en 1956 un total de 61 números de las historietas de Milton el Corsario.

El escritor Alfons Cervera, que realizó hace dos años para una Historia del tebeo valenciano probablemente la última entrevista al dibujante -Vañó era reacio a las apariciones públicas y, por ejemplo, no asistió al homenaje que en 1991 le rindió el Salón del Cómic de Barcelona junto a Sanchis y Karpa-, rememoró ayer aquel encuentro. "Estuvo muy amable conmigo, pese a que tenía ya problemas de memoria", explicó Cervera, "pero lo encontré especialmente desmoralizado por las interpretaciones reaccionarias de su personaje".

Las comparaciones de Roberto Alcázar con la figura del líder falangista José Antonio Primo de Rivera fueron siempre enérgicamente desmentidas por Eduardo Vañó, que destacó cómo uno de los guionistas de la serie, José Jordán Jover, ex comandante del Ejército de la República, llegó a enviarle en la posguerra algunos de los trabajos desde la cárcel, donde permanecía represaliado por el franquismo.

Cervera recuerda, en este sentido, un cuadro al óleo en casa de Vañó de un personaje muy parecido a Roberto Alcázar. Se trataba de un autorretrato juvenil del propio dibujante.

Los restos de Eduardo Vañó fueron incinerados en el Hospital General de Valencia el pasado lunes, justo el mismo día en que falleció también José María Palop, otro creador de la época y autor del tebeo Bartolo, el rey de los vagos y Robinson Pérez, entre otros. Palop fue enterrado el martes en Enguera (Valencia).

 

El regreso de Roberto Alcázar y Pedrín - Antonio Lara García

Los años cuarenta fueron muy significativos para la vida del país y para la conciencia de los españoles que nacimos entonces o que arrastraban una vida precaria desde antes. Las diversas operaciones nostalgia que los avispados comerciantes de todo el mundo han emprendido parten de la discutible afirmación de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y, en el terreno concreto de los tebeos, de que es preciso volver al tiempo dormido, a los felices años de la infancia donde no existían dudas, ni perplejidades, porque los héroes emblemáticos que se nos proponían a aquellos niños mal alimentados y peor educados solucionarían mágicamente nuestras dificultades. La pareja formada por Roberto Alcázar, «periodista inquieto y aventurero que se dirige a Buenos Aires para hacerse cargo de una cuantiosa herencia», y Pedrín, el polizón salvado del arroyo, constituye uno,de los bloques más monolíticos del tebeo español de la posguerra. El tufillo fascista del personaje, perpetuamente acicalado con corbata y chaqueta, muy lejano de los héroes descuidados de un pasado glorioso, su figura paternal, más allá del bien y del mal, sospechosamente ajena: al sexo y a las necesidades más apremiantes, está a caballo, lógica mente, del Dick Fulmine de Cossío (con la camisa blanca en vez de morada o negra -su color original- antes de que fuera pulcramente adaptados a nuestra peculiar situación como Juan Centella, el detective hispanoamericano), con rasgos tomados del detective anglosajón. Esta imposible mezcla, combinada con la presencia del escudero-amante, daría pie a cerca de treinta y cinco años de aventuras ininterrumpidas, cuando ya las motivaciones sociopolíticas originales habían sido felizmente arrasadas por los nuevos tiempos.

Interés

El interés por los cuadernos de aventuras, o por los cómics o narraciones-gráficas, en general, puede tener muy variadas motivaciones, desde el interés estético al sociológico, de la nostalgia al oportunismo. Roberto Alcázar y Pedrín fueron, continúan siendo', muy significativos para analizar algunos de nuestros traumas colectivos, de los que constituyen un precioso índice, mucho más significativo que otras producciones de la época, mucho más pretenciosas. El asexualismo impuesto a la fuerza, la existencia concebida como lucha perpetua, vivida peligrosamente porque sí, sin una claridad ideológica, la fuerza como único motor vital, el desprecio de la inteligencia -siempre al servicio de ¡os malos, perpetuamente encarnada en los personajes demoníacos, pero nunca en los buenos que hacen uso de los puños o las pistolas...-,la omnipotente figura paterna¡ del héroe, con adolescentes inmovilizados y asexuados que ejercen, en off, complacientes servidumbres... Todo ello y algunas cosas más son los elementos más epidérmicos que asaltan en cualquier lectura crítica de estos cuadernos, rescatados del purgatorio de las hemorotecas para evocar imposibles paraísos en los adultos (?) entre los treinta y cinco y los cincuenta, magdalenas de papel que nos traigan el tiempo perdido, feliz, irresponsable y, definitivamente, muerto.

La edición reciente, dé estas aventuras hispánicas, recientemente celtibéricas, no tiene el menor sentido estético. E. Vañó, guionista y dibujante mediocre, artesano concienzudo y de una paciencia ejemplar e insuperable se limitó a servir unos arquetipos que él no creó, pero que recogió M ambiente circundante, sin la menor garra, sin el más pequeño interés. Volver a editar estas páginas -convenientemente remontadas, redibujadas para evitar el espectáculo de una edición critica sobre los cuadernos primerizos, de una falta de calidad aterradorano sirve ni a los obsesos de la nostalgia, ni tan siquiera para aquellos irrecuperables románticos que aspiran a vivir siempre de espaldas- a la realidad ya que las páginas que se venden hoy y ahora en los quioscos no son las auténticas, sino otras maquilladas, edulcoradas, donde los elementos típicos de los cuarenta han sido suavizados, no en una medida tan grande como las transformaciones ocurridas al guerrero del Antifaz, pero sí lo suficiente como para que no pueda hablarse de una edición -mínimamente responsable.

Evasión

Los especialistas en psicología social encontrarán en estas historias amplios elementos para descubrir la necesidad de evasión de unos niños y adultos disconformes oscuramente con el entorno que les tocó vivir y escapados de él por la única salida posible: la imaginación desbordada hacia un mundo fantástico donde los buenos eran premiados tras escapar de las infinitas asechanzas de los malos que siempre, indefectiblemente, acababan siendo castigados.

Es importante señalar, sin embargo, que en el conjunto de obras y autores españoles de aquella época que todavía permanecen inéditos en las hemerotecas y en las colecciones particulares, hay ejemplos increíblemente más atractivos e interesantes que los comentados. Me parece bien la iniciativa comercial de resucitarlos en dos vías, los cuadernos ordinarios para recoger las aventuras de 1948, con el malvado Swintus, el hombre diabólico, y los extras, para empezar la colección desde el primer número. Los colorines añadidos ahora testimonian un patético desarrollo técnico que nada atañe a las viejas páginas, aunque es bueno haber conservado la rotulación originaria de los textos. páginas, aunque es bueno reservado la rotulación le los textos.

El mundo de la comunicación menos a nivel sociológico, sí a una emblemática héroes, pero los jóvenes y interesados en un estudio oso de este gran tesoro es el tebeo español de la deben saber que estos resucitados tienen poco la aportación más autores y guionistas de cuarenta y cincuenta, todavía necesitados de una edición responsable que nos de esos testimonios de nuestra conciencia o sólo en su dimensión más ingenua y camp.

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Se incorpora a esta biografía la "reseña biográfica" titulado "A la memòria D'Eduardo Vañó Pastor", publicada por Josep Villarrubia en el progama de San Blas de 1994, incluida en esta web

Dado que el trabajo citado es una reseña y no una biografía completa, se mantiene la ficha original

 

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En caso de disponer de más información sobre su biografía, remitirla a joseluis@aculliber.com

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